Hace unos dias celebramos el día del Estudiante Universitario, pensé en compilar algunos poemas para hacer el homenaje correspondiente, pero finalmente me pareció más útil la siguiente reflexión:
Apelar a nuestros mejores recursos y transformar con ciencia e imaginación la realidad, es la única vía. Aparentemente nada podemos hacer, sino resistir, pero no basta, hace falta asumir la vanguardia, pero ¿Cómo? ¿Estando quietos atados a la esperanza como si tal cosa fuese un establo? No, es preciso hacerse de una esperanza visionaria y movilizadora, que se parezca más a la espada que a la espera, que corte la realidad, que nos de herramientas para transformar y no para soportar.
Quizá la diferencia fundamental entre lo que está quieto y lo que esta irremediablemente en movimiento es la vida misma. En tal sentido, valdría preguntarnos en qué consiste la vida de un estudiante, cómo nos movemos y a qué ritmo. Estoy seguro que se trata de imbuirse en una suerte de rito monótono y aburrido en el que empollar a un pupitre cada día se convierte en el medio para tener un diploma. ¿Un diploma para qué? Si la cajita de cristal de la clase media está rota. Ser un estudiante en este momento está muy lejos de esa idea repetida y escuálida que consistía en hacernos creer que estudiábamos para salir del barrio, o para no ser como nuestros padres. Nos inculcan que somos estudiantes para alcanzar metas individuales muy a pesar del país, de la clase o de la comunidad en la que nacimos. Sin embargo, todo esto no es más que una ilusión, la solución no está en la vía individual sino en la colectiva, en un proyecto común en el que todos contribuyamos desde una visión multidisciplinaria. Se trata en este momento de asumir el rol social que nos corresponde y tomar el toro por los cachos. Y es necesario decir que el toro siempre ha tenido dos cachos, uno que esta fuera del país y otro que está dentro, ambos son armas en la misma guerra.
Nadie nos regalará el país, ni los burócratas que se han acomodado y traicionado los ideales de la república, ni los gringos con sus falsos ideales, será nuestra voluntad la que defina nuevos horizontes. Nuestra generación tiene una responsabilidad, es vencer los pronósticos del desastre y levantar al país con toda la dignidad que nos define. Es una dignidad que ciertamente nace con hombres como Miranda, Sucre y Bolívar, ellos utilizaron todo su ingenio y recursos para construir
un destino que reclamó esfuerzos sobrehumanos, como el que quizá hoy hace el pueblo venezolano. ¿Qué estamos haciendo los estudiantes, ya no solo como pueblo en resistencia sino como esperanza en movimiento?
22 años tenía el libertador Simón Bolívar cuando el 15 de agosto de 1805, junto al también joven Simón Rodríguez, hizo el juramento en el Monte Sacro. Es importante destacar que lo hace junto a su maestro, cuestión que lo posiciona en su condición de estudiante. Dijo Bolívar:
“La civilización que ha soplado desde Oriente, ha mostrado aquí todas sus fases, han hecho ver todos sus elementos; más en cuanto a resolver el gran problema del hombre en libertad, parece que el asunto ha sido desconocido y que el despejo de esa misteriosa incógnita no ha de verificarse sino en el Nuevo Mundo.
¡Juro delante de usted; juro por el Dios de mis padres; juro por ellos; juro por mi honor, y juro por mi patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que no haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español”
El libertador con este juramento sella su destino, pero además nos deja el reto de verificar el despejo de la misteriosa incógnita del hombre en libertad en el Nuevo Mundo, que ya no se enfrenta a los españoles sino al imperialismo y al imperio de la traición. Debemos luchar contra esa realidad, para ello podemos usar las vías de la rebelión, pero es necesario también tener bien identificado al enemigo del pueblo y del país, como lo identificó Pío Tamayo a comienzos del siglo XX o los estudiantes de la UCV en el 57; y también podemos construir puentes, en los términos en los que nos orientó en su libro “Joven, empínate” Luis Beltrán Prieto Figueroa. Hay que construir, hay que sembrar, hay que producir, repito, apelando a nuestros mejores recursos y así transformar con ciencia e imaginación la realidad.
Los estudiantes somos parte de esa esperanza movilizadora. Debemos comenzar a discutir, aunque sea en pequeños círculos, cómo arreglar la situación, hacerlo más allá de los panfletos de los que viven algunos, hacerlo con sinceridad por un mejor porvenir, sí, analizando los problemas del gobierno y los ataques de potencias extranjeras, pero para buscar soluciones no para estancarnos en lo mismo de siempre. Vamos a analizar científicamente. Pensemos ¿Qué estudio? ¿Qué puedo hacer con este conocimiento por el desarrollo del país, y dentro del país por mi gente? Está demostrado que cuando la patria va bien, todos y todas nos repartimos esa felicidad, vamos a dar
un paso por esa felicidad, contribuyamos para vencer en la guerra que nos han impuesto, y que digan los obreros, las madres, los empresarios, los militares y hasta los tristes: ¡Fueron las y los estudiantes los que movilizaron mi esperanza!
Me gustan los estudiantes
Que vivan los estudiantes
Jardín de nuestra alegría
Son aves que no se asustan
De animal ni policía
Y no le asustan las balas
Ni el ladrar de las jaurías
Caramba y zamba la cosa
¡Que viva la astronomía!
Me gustan los estudiantes
Que rugen como los vientos
Cuando les meten al oído
Sotanas y regimientos
Pajarillos libertarios
Igual que los elementos
Caramba y zamba la cosa
Que viva el experimento
Me gustan los estudiantes
Porque levantan el pecho
Cuando les dicen harina
Sabiéndose que es afrecho
Y no hacen el sordomudo
Cuando se presenta el hecho
Caramba y zamba la cosa
¡El código del derecho!
Me gustan los estudiantes
Porque son la levadura
Del pan que saldrá del horno
Con toda su sabrosura
Para la boca del pobre
Que come con amargura
Caramba y zamba la cosa
¡Viva la literatura!
Me gustan los estudiantes
Que marchan sobre las ruinas
Con las banderas en alto
Pa’ toda la estudiantina
Son químicos y doctores
Cirujanos y dentistas
Caramba y zamba la cosa
¡Vivan los especialistas!
Me gusta los estudiantes
Que con muy clara elocuencia
A la boda negra sacra
Le bajó las indulgencias
Porque, hasta cuando nos dura
Señores, la penitencia
Caraba y zamba la cosa
¡Que viva toda la ciencia!
Caraba y zamba la cosa
¡Que viva toda la ciencia!
Mercedes Sosa
Por David Gómez Rodríguez
@davidgomez_rp